Casi ningún otro lugar de la provincia de Alicante ha sido inmortalizado en postales con tanta frecuencia como esta pequeña joya de la montaña. Cualquiera que viva aquí o pase tiempo regularmente en la Costa Blanca probablemente ya haya visitado el pueblo de montaña. Pero, ¿merece la pena hacer otro viaje? Por supuesto. Porque fuera de los caminos trillados, hay más por descubrir en Guadalest y sus alrededores de lo que podría pensar.
A través de la pared rocosa hacia la Edad Media
La primera impresión es siempre mágica: el estrecho pasadizo excavado en la roca por el que se accede al centro histórico del pueblo parece un viaje en el tiempo. Es una visión familiar, pero nunca deja de impresionar. Pero lo que mucha gente pasa por alto: La fortaleza que se alza sobre el pueblo cuenta una compleja historia de emires árabes, conquistadores cristianos y un terremoto que casi lo aniquila. Hoy sólo quedan las ruinas, pero desde aquí se puede disfrutar de una vista panorámica que no ha perdido nada de la fascinación dramática de la primera visita.
Un pequeño consejo que apenas se tiene en cuenta: la mejor hora del día para visitar el castillo es a última hora de la tarde. Para entonces, la mayoría de los excursionistas ya han desaparecido y el sol poniente baña el paisaje montañoso con una luz dorada irreal.
Museos: secretos y curiosidades
Mucha gente asocia Guadalest con los museos pequeños y a menudo estrafalarios, algunos de los cuales a primera vista parecen más interesantes para los niños o los amantes de las miniaturas. Sin embargo, el Museo Etnológico es una joya infravalorada. Aquí se puede comprender realmente lo dura que era la vida en las montañas antes del boom turístico. El contraste entre el idilio actual y la estéril vida cotidiana de las generaciones anteriores es impresionante.
Si eso le parece demasiado serio, el Museo de Microgigante expone diminutas obras de arte que sólo pueden contemplarse a través de una lupa, incluida la „Torre Eiffel en la cabeza de un alfiler“. ¿Le parece raro? Lo es, pero eso es precisamente lo que hace que Guadalest sea tan encantador.
El embalse - azul turquesa y casi desierta
Una imagen que mucha gente reconoce de Guadalest es el embalse de color turquesa brillante que hay debajo del pueblo. Pero, ¿quién ha bajado realmente al agua? Hay senderos hasta la orilla que sólo utilizan unos pocos turistas. Aquí se puede hacer un picnic con toda tranquilidad o simplemente disfrutar del contraste entre las escarpadas paredes rocosas y el agua. En verano, incluso se pueden alquilar kayaks, un cambio de perspectiva que hace que Guadalest parezca completamente diferente desde abajo.
Recomendación: Una parada en Bodega Maso
Después de tanto explorar, es hora de descansar, y aquí es donde entra en juego un verdadero consejo de experto. En el camino hacia o desde Guadalest, merece la pena hacer una parada en la Bodega Maso, una de las bodegas con más encanto de la región.
Mucha gente no asocia necesariamente la Costa Blanca con vinos de primera clase, pero eso es precisamente lo que hace tan apasionante esta parada. La familia Masó produce pequeñas cantidades de excelentes vinos, incluido un tinto que se madura en viejas ánforas, un método que se remonta a los romanos. Oro líquido para los amantes de los vinos locales. Si tiene suerte, conocerá al propietario, que habla de sus viñas con una pasión palpable.
Y lo mejor es que la cata suele tener lugar en medio de los viñedos, con vistas al valle. Una copa de buen vino, acompañada de una suave brisa que sopla entre los olivos: un digno final para una excursión a Guadalest, que esta vez fue algo más que una parada fotográfica.
Redescubre Guadalest
Sí, la mayoría de los residentes lo conocen. Pero Guadalest sigue teniendo facetas que sorprenden. Así que, ¿por qué no visitar Guadalest de nuevo, pero esta vez con una nueva perspectiva?